La técnica del ajo (Parte I).

Buenas tardes/noches,

Estamos a viernes y he decidido volver a las andadas. ¿Hasta cuándo? Quién sabe…Pero vamos a lo de hoy, que es lo que nos interesa.

Antes de nada. Aunque mi idea era la de hacer un post de las 3º #JornadasDSP, y así lo comenté en mi anterior post, el tiempo no me lo ha permitido. Últimamente me dedico más a leer (a parte de trabajar) que escribir. De ahí mi ausencia continuada (entre otras cosas). En todo caso, os dejo aquí las diapositivas que tuve el placer de exponer durante la ponencia que di junto a mis buenos compañeros y amigos Rubén y Carlos. Disfruté muchísimo la experiencia y salí con muy buen sabor de boca. El año que viene, casi seguro que repetiré (si la gente me vota 😛 ).

Ahora bien, pasemos al post de hoy. Lo primero,  ¿qué os sugiere el título? ¿sabéis de que se trata? 🙂

No estoy hablando de esto... xD
No estoy hablando de ésto…

Pues la técnica del ajo, si no la conocéis, es la estrategia más usada en todo el mundo para aprender (o memorizar, mejor dicho) y consiste básicamente en:

REPETIR, REPETIR, REPETIR Y REPETIR.

Tan sencillo (a la vez que complicado) como eso. Pero, ¿y por qué diablos os voy hablar yo de una técnica de memorización? En seguida lo veréis.

El caso, es que dicha técnica no es precisamente de lo que quiero hablaros. Más bien quiero hablaros de uno de los grandes inconvenientes derivados de su uso. ¿A qué inconveniente me refiero? Pues a que no siempre se aplica de forma consentida. Cuando no somos nosotros quienes nos repetimos una determinada cosa, sino que, se nos repite algo de forma externa por parte de: ciertas empresas, ciertos medios de comunicación y ciertos profesionales (sanitarios, en el caso que hoy nos concierne)… también funciona. También memorizamos dicho contenido. Lo interiorizamos casi sin ser conscientes de ello, y cuando queremos darnos cuenta, nos encontramos ante algo que nunca pusimos en duda y que siempre que podemos recurrimos a ello, sin más argumentos que la propia afirmación. Sin saber decir un PORQUÉ. Es como un bucle. Un bucle del que cuesta salir. Como entrar en unas puertas giratorias.

Repite una mentira mil veces y se convertirá en una verdad.

Por eso escribo la entrada de hoy. Por eso le voy a dedicar ésta y la próxima entrada. Por eso debemos seguir escribiendo entradas como éstas. Por eso debemos aplicar esta técnica día a día con todas las personas que tengamos a nuestro alrededor. Con nuestra familia, con nuestros amigos. Con todos. Debemos ser la voz que diga NO en un mundo de SÍ. Con constancia y juntos. Tal vez no podremos cambiar el mundo, pero sí a los de nuestro entorno. Tal vez necesitemos de mucho esfuerzo, de mucho tiempo, pero la pasión y el trabajo serán nuestros aliados. Armémonos de paciencia y repitamos. Técnica del ajo, técnica del ajo…

Tal y como dice  Aitor (min. 16:21): Seamos Neo.

Yo, hoy, aquí y ahora, estoy dispuesto a serlo. Por lo tanto, en los próximos dos post hablaremos de esas puertas giratorias, hablaremos de ese bucle. Hablaremos (y aplicaremos) esa técnica del ajo y veremos cuáles son sus repercusiones cuando el mensaje que se repite, no es el indicado. Por si no lo habíais deducido todavía, hoy el post va de eso. De invitaros a ver, analizar y reflexionar, esas frases, esas afirmaciones, que se llevan repitiendo desde tiempos inmemorables. Esas frases que casi oímos a diario. En la tele, en el médico, en algún familiar, en algún amigo, en el vecino, en la radio. Están en boca de todos, pero…

¿Qué tienen de verdad? ¿Qué tienen de mentira? ¿Hay intencionalidad detrás de ellas?… ¡Let’s go!

 

1-El azúcar es necesario (principalmente para nuestro cerebro).

Una de mis favoritas. ¿Quién no ha escuchado alguna vez a alguien de su entorno justificar su consumo de azúcar con esta afirmación? ¿Quién? Por favor que me lo diga, que lo mando ya mismo a Cuarto Milenio. Claro, luego ves a los chavales del instituto o estudiantes de la propia universidad, metiéndose durante la época de exámenes unas cantidades bestiales de azúcar. Si siempre se ha dicho que es necesario para el correcto funcionamiento de nuestro cerebro, en época de exámenes, lógicamente, necesitamos un chute extra. Pensará mucha gente.

Pero no señores, no. No es necesario consumir azúcar ni productos azucarados para obtener glucosa. Decir que es necesario consumir azúcar (de mesa o añadido) por la glucosa, es ser muy corto de miras. Por varias razones, principalmente:

  • Vamos sobrados en el consumo de azúcar. Tanto, que se estima que la media española se encuentra en torno a los 112g/día. Habéis leído bien. Más de 100g diarios de azúcar. UNA PUTA BARBARIDAD (Con perdón ¿o no?). Mientras, la OMS recomendando un máximo de 25g/día. Luego venid a decirme que exagero. Ya, claro. APUNTE: No quiero acabar este párrafo sin recordaros, que el azúcar no es el único (ni el más grande) problema. Ese es otro, o mejor dicho, otros. LOS PRODUCTOS. Aún así…

Repetid conmigo: Azúcar cuanta menos, mejor.

  • Obtenemos glucosa de multitud de alimentos. Otra cosa que no llega a calar del todo, es el tema de los alimentos, los cuáles también tienen glucosa (o podemos obtenerla de ellos). Alimentos del día a día, como: hortalizas, frutas, legumbres, pasta, arroz, patata… en todos ellos, también encontramos glucosa. También obtenemos esa «preciada» y «necesaria» glucosa que nuestro cuerpo y nuestro cerebro taaaaanto necesitan. Sin necesidad de tomar azúcar blanco y lo más importante, envuelta de nutrientes (muchos de ellos, sí necesarios). Pero nadie se acuerda de ellos. Luego todo el mundo sabe que la fruta tiene mucho azúcar y que por eso no hay que abusar (sobretodo las personas con diabetes), pero cuando se dice lo de:

«Es que el azúcar es el combustible del cerebro…»

¿a que nadie piensa en la fruta como combustible? Mejor un bollycao, que además es rico en hierro o una magdalena, que además ahora llevan omega 3, ¡dónde va a parar!. No seamos incoherentes, por favor. Ni una fruta por tener «azúcar» es mala, ni un bollycao o una magdalena, por tener x nutriente, es bueno. Como se suele decir a menudo, aunque la mona se vista de seda, mona se queda. Por lo que no compréis basura disfrazada de saludable (aunque venga con mensaje molongos), y menos para vuestros hijos.

Repetid conmigo: No es necesario comer azúcar blanco, ni productos azucarados, ni bebidas azucaradas, para obtener glucosa.

  • Ni nuestro cuerpo, ni nuestro cerebro, se alimentan exclusivamente de glucosa (exógena). A parte de que nuestro organismo tiene unas reservas internas y de que, en el caso de que estas se agoten, es capaz de formar glucosa endógena (más concretamente, nuestro hígado-gluconeogénesis power-), para abastecer aquellos órganos que son principalmente glucodependientes (como el cerebro), existe la posibilidad de usar grasas y proteínas como fuente de energía alternativa. Estoy hablando, principalmente, de los archiconocidos cuerpos cetónicos. Estos, muy contrariamente a lo que la mayoría piensa, no parecen ser tóxicos (hablo en personas sanas) y se ha observado, que en periodos de ayuno prolongado, pueden servir de igual forma como parte del combustible durante la ausencia de la tan preciada y necesaria glucosa.
Fuente: Ketone bodies as a fuel for the brain during starvation.
Fuente: Ketone bodies as a fuel for the brain during starvation.

Como bien dice mi compañero Carlos Ríos:

«Cuando alguien os diga que vuestro cerebro necesita azúcar, contestadle que el suyo necesita lectura.» Touché.

Repetid conmigo: El azúcar (que no glucosa) no es necesario, ni para nosotros, ni para nuestro cerebro.

 

 

  • El consumo de azúcar no es inocuo y se relaciona con multitud de enfermedades crónicas. Y es que, si algo tenemos claro los profesionales sanitarios (quiero pensar, que la mayoría) es que el consumo de azúcar (libre y oculto) es contraproducente. Caries, obesidad, diabetes, síndrome metabólico, entre otras. Ahora podría optar por el mensaje de la moderación (del cuál hablaré más adelante), pero no lo voy hacer. Este es mi blog. Estamos en la red. Quiero que quién lea esto lo tenga claro desde el principio.

Repetid conmigo: El consumo de azúcar es perjudicial.

Vamos a seguir, que esto es sólo el aperitivo, y me enrollo.

 

2-No hay alimentos buenos o malos.

Otra de las frases repetida hasta la saciedad. Decir que no hay alimentos buenos o malos no me parece fiel a la realidad. No me parece fiel a la realidad, porque vivimos en una época dónde, las enfermedades crónicas y el sobrepeso están pasando a ser la norma, no la excepción. Cada día más, tener cierto sobrepeso se convierte en «lo normal». No podemos permitir esto. De ninguna manera. Por lo que si para ello debemos postular-nos de forma rígida, lo haremos. Si para ello debemos ser más papistas que el papa, lo seremos.

Hay alimentos buenos y hay alimentos malos. A los segundos, para seros sinceros, no los considero alimentos. Estoy hablando de los productos. La comida rápida, la bollería industrial (incluidas las inofensivas galletas-TODAS-, los chocoazúcares y la mona vestida de seda), los alimentos ultraprocesados (sí, esos que encontramos casi en su mayoría en el supermercado, aunque hay excepciones), las patatas fritas, las bebidas azucaradas… no alimentan. Nos aportan energía y calman nuestro apetito o hambre hedónico. Ese que surge en una sociedad industrializada dónde adquirir productos de este tipo es extremadamente fácil (disponibles en prácticamente todas las tiendas a las que vayáis, económicos, no perecederos). El ambiente obesogénico, le llaman.

El problema no se haya en que tengan más o menos calorías, más o menos azúcar, más o menos grasa, el problema son ellos. El conjunto. Desplazan a los alimentos, esos que sí nos aportan nutrientes y además, alteran nuestra homeostasis interna. Nuestras hormonas, nuestros receptores sensoriales, todos se ven inmersos en una fiesta sin control. Acabamos perdiendo la esencia de lo que debe suponer alimentarse. Usar determinados alimentos o materias primas para formar platos que vayan en conjunto con nuestra cultura (o no) con nuestro contexto (o no) y con nuestros ideales (o no), pasa a un segundo plano. Compramos productos listos para comer, que se hacen en 5 minutos en el microondas y con listas de ingredientes que parecen enciclopedias. Adulteramos nuestro paladar. Ya nada nos sabe a lo que debe sabernos. Todo lo que no esté dulce o salado lo repudiamos cual niño. Así, en un pis pas, nos cargamos un modelo que nos llevó años y años construirlo.

Por lo tanto y viendo como está el patio, está claro que en los tiempos en los que vivimos, no podemos andarnos con medios gases. Hay alimentos buenos, que serán aquellos en los que deberíamos basar nuestra alimentación diaria, y hay alimentos productos malos, que serán aquellos que no es necesario que consumamos y que en el caso de decidir hacerlo, debería ser de forma puntual. De nuevo…

Repetid conmigo: Hay alimentos buenos y malos (productos).

 

3-Hay que comer de todo, pero con moderación.

Esta frase suele ir junto a las dos anteriores y no en pocas ocasiones, precisamente. Azúcar con moderación, productos con moderación, bebidas alcohólicas con moderación… Creo que se nos ha ido de las manos la moderación.

¿Qué es moderación? Pregunto yo. No lo tengo claro, la verdad. ¿Alguien que pueda ayudarme en la sala? Y no me digáis que sí y luego me contestéis un «en su justa medida«. Que eso y nada, es lo mismo. En lo que respecta a este punto, además de su aparente indefinición, yo percibo dos problemas, principalmente:

  • El primero, que cuando comemos de todo con moderación, acabamos construyendo una alimentación moderadamente nefasta. Porque claro un par de galletas al día, ¿qué repercusión pueden tener en mi salud?. Echarle una cucharadita de azúcar al café, ¿qué repercusión puede tener en mi salud?. Beber en la comida medio bote de Coca-Cola, ¿qué repercusión puede tener en mi salud?. Que los sábados coma con la familia y tenga la costumbre de comerme un par de pastelitos, ¿qué repercusión puede tener en mi salud?. Que los fines de semana suela desayunar (además de las 2 galletas) un par de tostadas con mantequilla y mermelada (light, eso sí), ¿qué repercusión puede tener en mi salud?… y así. Todo suma, así que mejor no andarse con moderaciones puesto que no es necesario consumir ni productos, ni bebidas azucaradas, ni alcohol, ni tabaco… no.

Repetid conmigo: No hay que comer de todo (ni con, ni sin moderación)

  • El segundo punto que me preocupa, es que como veis, cuando hablamos de moderación, casi siempre nos referimos a productos/bebidas, cuya composición, no está hecha precisamente para moderarnos. Dicho con otras palabras, se trata de una serie de productos que no sacian y que son sumamente palatables, por lo que moderar su consumo, en este ambiente obesogénico en el que vivimos, va a ser un reto. Porque seamos francos, la norma no es comerse dos galletas, es comerse medio
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    #TrueStory.  Fuente

    paquete. La norma no es tomarse un café con azúcar, es tomarse un café con azúcar por la mañana, el bote de coca-cola en la comida, el zumo envasado a media tarde y por la noche una infusión, con otra cucharadita, que sino no me gusta. Díficil hablar de moderación con productos diseñados para un consumo excesivo. Azúcar, harina refinada, grasa de mala calidad, potenciadores del sabor… ante dicha fórmula la moderación es una quimera. Por lo tanto…

Repetid conmigo: La moderación (en productos) no existe, son los padres.

Como veo que esto se está alargando, lo voy a dejar por hoy.

En el próximo post hablaré de más frases épicas en el maravilloso mundo de la nutrición y seguiremos poniendo en práctica la dichosa técnica que tanto amor/odio despierta en mi.

Hasta entonces, no olvidéis sonreir (y repetir) 😉

[Álex Oncina, Dietista-Nutricionista]

25 comentarios sobre “La técnica del ajo (Parte I).

  1. Hace días que yo tambien tenía rondando en mi cabeza esas frases que estoy harta de escuchar…una forma perfecta de contestarlas y explicarlas! Bravo compañero!! Una vez más felicidades y espero con ansías la siguente entrada…
    La última imagen de poner en los vasos la palabra MODERACIÓN jaajajajja lo más de lo más TOP 🔝🔝🔝

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    1. Hola Rocío,
      Me alegro que te haya gustado la entrada. La verdad es que yo también estoy harto. Por eso pensé en escribir sobre ello. Creo que últimamente sólo escribo cuando me cabreo xD. Pero bueno, cualquier excusa es buena para volver a las andadas. La próxima espero que sea pronto. Mientras tanto, ya sabes, tocará seguir. Seguir repitiendo. 😉

      Un saludo y gracias por pasarte! 🙂

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  2. Me encanta como lo cuentas!! Totalmente de acuerdo!! Lo de comer de todo con moderación… ¿Cuál?¿La tuya o la mía?
    Espero con ansiedad (mordiéndome las uñas) el próximo post….

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    1. Hola Mara,
      Muchísimas gracias! La moderación es un concepto que nunca he llegado a comprender y debía decirlo. Abusamos del término cuando no sabemos que significa exactamente. Debemos ser más concretos, porque sino caemos en la nada. Y la nada es, «me modero lo que me da la gana». Vamos, lo que viene en la última imagen xD
      Espero escribir pronto el próximo.

      Un saludo y gracias por pasarte! 😀

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  3. De todo y con moderación, yo entiendo una dieta equilibrada.

    Y por dieta equilibrada entiendo que es aquella en la que podemos comer de todo (a la famosa pirámide de los alimentos me remito) pero cada uno de los alimentos en su justa medida (según también la pirámide). Más o menos, para hacernos una idea.

    Y es que, como en todo, todos los excesos son malos. Incluso el agua, si te bebes 50 litros de agua…. si es que eres capaz…. no sé yo si eso te va a venir muy bien al cuerpo.

    Y si tanto te obsesiona saber «la medida exacta de la moderación», o dicho de otro modo: si lo que quieres saber es EXACTAMENTE cuánto y qué tienes que ingerir, pues lo mejor es ir a un nutricionista.

    Saludos!

    PD: no seas tan puntilloso, porque si no, no te va a encajar «nada». Hay que ser un poco más flexible con los conceptos y las ideas. Ni todo es tan blanco, ni todo es tan negro.

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      1. Pues vaya, menuda sorpresa XD… Menudo «ZAS, en toda la boca» me he llevado jajjajajaj La verdad, no sé cómo llegué aquí. Ya sabes cómo es internet. Simplemente comencé a leer el artículo sin más. No miré quién lo escribía.

        De todos modos, estaba rebatiendo un punto. Estaba dando mi punto de vista sobre él. El punto de la moderación.

        El autor me sacará cienmil vueltas, porque yo de nutrición ni idea…. pero es que me chirriaron varias cosas, como por ejemplo cuando dijo: «Porque seamos francos, la norma no es comerse dos galletas, es comerse medio paquete.»

        ¿En serio? Entonces, quizás yo sea el raro. Yo no me privo de comer galletas, pero si como alguna, no son más de 3 ó 4 de una tacada, literalmente. Y a la semana, no son más de 12.

        Así que, si es con ESA moderación, no creo que afecte tan negativamente comer «productos» (como él los llama). Por supuesto, comiendo también el resto de tipos de alimentos, como lácteos, verduras, frutas, carnes…

        Si cada uno de esos alimentos, y de vez en cuando algún que otro producto, se toma con moderación (sin ponerse hasta las trancas entiendo yo por moderación), pues la verdad, no creo que sea tan grave para la salud.

        Como se suele decir: «A nadie le amarga un dulce» XD Si te atiborras, pues ya es otra cosa.

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      2. Hola Javier,

        Hablar de dieta equilibrada, pirámides y moderación, es caer en la misma historia de siempre. En esa misma historia que llevamos recomendando años y años y que nos ha llevado a que haya más desequilibrio que equilibrio (y no precisamente en favor de la salud), a que sigamos haciendo la base de nuestra alimentación a los cereales, en lugar de las frutas y hortalizas (estos últimos son más densos nutricionalmente y menos calóricamente = salud casi asegurada – casi, porque la alimentación no lo es todo, hay mucho más en juego: ejercicio físico, correcta exposición solar, calidad de sueño, estrés…-) y a que, esa moderación de la que te jactas y la cuál defines muy bien (puesto que no hay definición alguna, cada uno se modera según le interesa) sea entendida como absolutamente NADA. Los alimentos de los que nos quejamos. Los alimentos que no son saludables. Esos que recomiendan (yo no) con moderación. Tienen una estructura, tienen un marketing (excesivo), tienen un precio (bajísimo), tienen unas propiedades (hiperpalatables), que distan MUY MUCHO de cualquier moderación.
        De ahí mi crítica con el post y de ahí mis descontento con la utilización de dicho término.
        Mensajes como el «hay que seguir una dieta equilibrada», «hay que comer de todo con moderación» o «no hay alimentos buenos o malos» no son acertados y así se ve reflejado en la actualidad (puesto que la obesidad sigue creciendo, y no con moderación, precisamente). Están muy bien sobre el papel, pero la realidad es otra cosa. Por lo tanto, seamos realistas. Nuestra sociedad mercantilizada no hace más que ponernos obstáculos para que ese equilibrio se pierda, nos empuja para que comamos de todo (y sin moderación) y sólo al final, cuando nuestra salud se ve perjudicada, nos damos cuenta de que sí hay alimentos buenos (saludables) y malos (no saludables), y que todo nuestro entorno está formado para que consumamos de los segundos (vete a un supermercado y pásate por la sección de galletas, dulces, cereales, patatas fritas… verás que moderación) dejando de lado los primeros. Porque al fin y al cabo, uno de los principios básicos de la alimentación, es que un alimento desplaza a otro. Dejémonos de equilibrios y moderaciones y comamos alimentos saludables.
        Respecto a tu segundo comentario, no haré comentarios acerca del ejemplo del agua (vaya ejemplo amigo, VAYA EJEMPLO…) pero sí te diré, que como dietista-nutricionista, como profesional de la salud, como divulgador en salud pública, veo incoherente recomendar una alimentación saludable con productos, sea la que sea la cantidad. ¿Por qué? Porque la gente los va a consumir igualmente, lo último que necesitan es que un profesional apoye dicho consumo. Ya está ahí la industria, día a día, en los supermercados, en la radio, en la tele, en la revista de turno, dispuesta a recordarles (-nos) que «hay que comer de todo». No seré yo quién apoye dicho mensaje.

        Un saludo!

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  4. Buahh. ¿Tan influenciados estamos por todo? ¿Comemos en realidad algo que sea bueno para nuestra salud? Me ha encantado el post, es directo (sin palabrerias que no se entienden) y con muchos ejemplos en los que vernos reflejados (lamentablemente). He de confesar que me considero culpable de los atracones, aunque intento que sean lo menos «procesados» posible. Afortunadamente no me gustan los dulces y el tema del azucar creía llevarlo bien, pero claro, hay muchos otros productos que lo llevan… Osease, que acabo atiborrandome a él indirectamente igual… Pues genial.
    Hace medio año que he dejado de comer carne de mamíferos porque quiero poco a poco hacerme vegetariana. Quería preguntar si con las dietas vegetarianas (sin carne ni pescado) ingerimos la cantidad necesaria de proteinas y demás nutrientes. Dicho claro: ¿Es necesario consumir animales para estar sanos?

    Gracias por adelantado y me ha encantado muchísimo haber descubierto este blog : )

    Un saludo

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    1. Hola Cova,
      En primer lugar, muchas gracias por pasarte y comentar tu opinión/experiencia 🙂
      En lo que respecta a tu pregunta: ABSOLUTAMENTE NO. No es necesario consumir alimentos de origen animal para estar sanos. No hay alimentos imprescindibles, sí nutrientes imprescindibles. Pero estos los podemos obtener de fuentes animales y/o vegetales. Con las proteínas ocurre los mismo. Los denominados, aminoácidos esenciales (que no podemos sintetizarlos de forma endógena y debemos incluirlos de forma exógena a través de la dieta u otros) se encuentran en alimentos de origen animal, pero también en alimentos de origen vegetal. Aunque siempre se ha dicho, que en el caso de los de origen vegetal, el aminograma de éstos es incompleto y por lo tanto hay que combinarlos, parece no ser del todo cierto, puesto que hay alimentos de origen vegetal como los pistachos, los garbanzos cocidos o la quinoa que poseen un aminograma completo (o lo que es lo mismo, que tienen todos los aminoácidos esenciales). A parte, nuestro cuerpo posee un pool interno de aminoácidos, dónse se guardan a lo largo del día y ya se encarga luego de redistribuir a los diferentes tejidos. Las proteínas suele ser un tema que preocupa a los vegetarianos, sin embargo no parece ser de los más relevantes. Sí que lo es la vitamina B12.

      Por ello te voy a dejar aquí esta serie de entradas de mi compañera Lucía (referente en vegetarianos a nivel nacional, te recomiendo que leas su blog si has empezado a ser vegetariana 😉 ) para que veas cuales son los aspectos más importantes a tener en cuenta en este patrón dietético:
      http://www.dimequecomes.com/p/alimentacion-vegetariana.html

      Y si te apetece y tienes tempo, te recomiendo que veas este hangout de Dietética Sin Patrocinadores (asociación a la cuál pertenezco) dónde varios compañeros y profesionales de la salud pudieron debatir sobre la adecuación o no de la dieta vegetariana: https://www.youtube.com/watch?v=kqPM5glNlcM

      Enhorabuena por tu decisión y gracias por tu comentario 😀

      ¡Un saludo!

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  5. Acabo de conocer tu blog, muy interesante y gran artículo. Yo soy defensor de la dieta cetogénica de hecho tengo un blog sobre ello (ya que hay gente que la hace mal en plan locura) y alguna vez viene alguien y dice, «oye esto es una locura», claro… ¿y meterse 150g diarios de azúcar no lo es? No es eso algo extremo acaso?

    Me apunto tu página, a ver cuándo sacas la segunda parte del artículo jeje. Ah y muy buenos los hangouts de DSP, yo no me pierdo ni uno 🙂

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  6. Muy bueno el post.
    Yo soy de los que siempre pensó que en realidad no está mal lo de «hay que comer de todo con moderación». Pero es cierto que es taaaan impreciso que en realidad es más una trampa que otra cosa. Una bonita justificación al fin ya la postre. Porque para empezar habría que definir lo que es comida y para terminar que quede claro el término moderación.
    Además… ¿Por qué hay que comer de todo con moderación? ¿De verdad hemos de moderar el consumo de verdura, hortalizas y frutas? Porque en la mayoría de las mesas es lo más moderado (si es que aparece…). Y es curioso, a mi padre la dietista que le ha tratado (muy conocida y reconocida) precisamente de verdura le puso un MÍNIMO por comida, no un máximo.
    Hale, a seguir con la siguiente parte :o)

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